6 may 2010

Dialogando con Santi González

©Santi González

En un principio se le entrega a cada autor un sobre lacrado cuyo contenido son una serie de preguntas, sin ninguna “pista” a seguir. Preguntas que muchas veces rayan el absurdo y la incomprensión. ¿Cuál fue tu primera impresión ante esta forma tan lúdica de presentar la propuesta expositiva por parte de los comisarios?

Estaba ante el planteamiento de un reto. Interpretar en imagen un texto dado, suponía un grado importante de responsabilidad. El juego se había iniciado y valía la pena asumir el riesgo de tan interesante idea.

La exposición en la que participas se denomina “Con permiso de lo absurdo”, ¿te has permitido el absurdo dentro de tu concepción de la obra?

Para empezar a formar una idea tuve que partir de lo absurdo, las preguntas si no lo eran se acercaban mucho. A partir de ahí pude llegar a concretar el fundamento que tendría la imagen con respecto al texto.

La relación entre texto e imagen a lo largo de la historia, ha sido una relación de amor-odio, idolatría y textolatría han luchado por mantener su poder ¿Cómo te has sentido formando parte de este binomio?

En un principio con rechazo, porque habían dos posibilidades de intervenir: pasar por encima o zambullirme en el texto. Opté por la segunda, haciendo que la palabra formara parte de mi y haciendo una interpretación desde la reflexión.

“El libro de las preguntas” de Pablo Neruda es la excusa para realizar esta exposición, es una obra póstuma que Neruda no vio publicada. ¿Qué respuesta crees que tendría Neruda si pudiera contemplar tu metáfora visual ante la o las preguntas seleccionadas?

Seguramente se sorprendería y pensaría que nada tiene que ver con lo que a él se le pasó, en ese momento, por la cabeza a la hora de escribir. Pero, una cosa está clara, le encantaría ver, al igual que nos pasa a nosotros con la imagen, que cada espectador puede hacer una interpretación personal de una obra según su propia percepción y sensibilidad.

El espectador que contempla tu obra realizada para esta muestra ¿recibe una respuesta o se le abren aún más interrogantes?

Dependerá, en todo caso, de las experiencias vividas por el espectador. La respuesta o confirmación se recibirá si existe un interrogante. En este caso se produce una reflexión, que permanecerá almacenada en el espectador para servir de respuesta, cuando en su momento lo requiera.


Esta producción artística la has concebido desde lo íntimo, lo personal, podríamos defender la idea planteada por Louise Burgeois que nos habla del arte como actividad terapeútica, ¿has sentido en algún momento de la producción de la serie este carácter terapéutico, de indagación personal?

La producción artística, de algún modo, siempre es terapéutica. Este trabajo me ha llevado a la reflexión de dos conceptos muy amplios, como son la eternidad y la inocencia. En ese proceso, he llegado a la conclusión de que en su esencia son similares.

¿Cómo definirías el papel actual de la fotografía en el mundo del arte?

La fotografía está cobrando, cada vez más, una notable importancia dentro del mundo del arte. Está aportando, acompañada de la videocreación y los nuevos medios, frescura, innovación y calidad a los estándares de arte preestablecidos.

¿Cuáles son los fotógrafos o artistas que más han influido en tu producción artística?

La influencia que recibo, día a día, no puedo sectorizarla ya que limitaría mi evolución creativa. Me podría definir como un catalizador de vivencias, aunque no podría extraerme de las sensaciones al observar la obra de Francesca Woodman, al leer a Vilém Flusser, visitar el Museo del Prado, escuchar a Milton Nascimento en directo, conversar con los amigos de lo terrenal y lo divino, y, como no, disfrutar de la familia como el motor que me permite crear.

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